«Somewhere» o cómo sobrellevar la crisis existencial de un ídolo de Hollywood y no aburrirse en el intento

por G. Bastas Chipoco


La última película de Sofia Coppola es un poco más de lo mismo. Desde The Virgin Suicides hasta Marie Antoinette sus personajes han lidiado con la soledad en momentos de sus vidas de maduración y autodeterminación. En casi todos ellos excepto Lost In Translation la perspectiva era desde el lado femenino, en el caso de Somewhere es la de un joven actor quien atraviesa una silenciosa depresión y aislamiento pese a su fama y fortuna.

Coppola eligió al actor ideal para su disección del showbiz en Stephen Dorff, un rompecorazones de los 90’s. Con Dorff flotando en escena la cámara de la directora exhibe la apatía de la estrella imbuido por una rutina que no lo satisface ni lo define como persona. Todo ello reafirmado por secuencias bucólicas y pensativas, muy relajadas e hipnóticas que invitan a la meditación sobre la naturaleza de una celebridad.

El mundo de Dorff se ve trastocado en su insípido equilibrio con la llegada de su hija pubescente a quien debe cuidar por unos días. Es la presencia de ella –Elle Fanning, hermana menor de Dakota, y más sutil y expresiva-. A partir de allí en adelante, Dorff llena los vacíos  de su vida con el tiempo que comparte con su hija, la responsabilidad de la paternidad esquiva le viene como una medicina que, en un principio rehuía, pero finalmente le reconforta.

Somewhere es otro filme reflexivo, melancólico y exquisito de una Coppola confiada y segura de sus habilidades. Su audacia por la textura y el tratamiento de sus personajes sigue siendo contemplativa y empática. Quizá la reiteración en los lugares comunes de Coppola se entienda de autoindulgente y su paciencioso ritmo de tedioso, pero para ver Somewhere debe haber feeling y si no lo tienes no lo hagas y no pierdas tu tiempo.

Lo bueno: la secuencia inicial marca la pauta del resto de la película y el pole dancing posterior lo resume todo.

Lo malo: requiere de paciencia y gusto adquirido para apreciar el preciosismo de un filme tan introspectivo como éste.